Me hizo esperar como media hora... cuando salió la paciente anterior a mi comprendí un poco: estaba llena de lágrimas y mil kleenex en las manos. -Pobre- pensé -¿Así acabaré yo?-
Su oficina estaba llena de libros, noté algunos autores: Freud, Goethe, Erik Fromm, Platón, Aristóteles, algunos libros de piscología moderna.. pero lo demás eran novelas clásicas.
-¿Él sabrá entender mi cerebro? ¿Con lo complicado que es?-
Me senté en el sofá del lado que se notaba era el menos sentado por la gente que venía a visitarlo. Él sólo me veía sin decir nada hasta que me notó mas quieta y tranquila.
-¿Qué es lo que piensas?- Me preguntó.
Sin pensarlo dos veces dije -No vengo a contarte mis delires- Estraña respuesta para él.. ¿a qué vas a un psicólogo si no a contarle tus delires? -Yo crecí en la campagne y vuelvo todas las vacaciones, estudio arduamente y no me gusta decepcionarme ni a mi ni a nadie. No necesitas saber más que eso. Y claro, que mi marido me dejó-.
-No puedo arreglar tu matrimonio si no me cuentas mas sobre ti y lo que sientes-.
Luego escribió en su libreta.
martes, 4 de agosto de 2009
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