Una vez estaba sentada en la rama de un árbol, escuchando en mi sueño una canción lejana, y me pregunte ¿qué es el amor? No supe que responderme, así que busque en la luna la respuesta; la luna, tan llena y tan serena, me dijo que ella alumbraba las noches para los enamorados pero no me dió otra respuesta. Indagadora, seguí mi búsqueda con las estrellas, que mientras pensaban en una respuesta más correcta fueron desapareciendo una a una con la claridad del amanecer. En ese árbol me quedé dormida, supongo que el árbol se quedó reflexionando con mis preguntas y no me dejó caer en la noche.
Una vez encontré a un amor, un amor que me llenó de los momentos más felices de mi vida, un amor que con sólo una mirada me pudo decir todos los sentimientos que había entre los dos corazones, que con un abrazo tocó lo mas profundo de mi alma, y con un beso lo mejor de mi ser.
Ese amor un día se marchó, y con él, se marchitaron todos los recuerdos, me dejó aquí sola parada esperando el momento perfecto para caer en un abismo de infinitas sensaciones. Al regresar a mi casa, después de un día de guerras perdidas el árbol me murmuró la respuesta...
Con el paso del tiempo conocí a otros amores, unos brillaron mas que la luna misma, otros fueron mas rápidos que una estrella fugaz, pero hay uno que siempre se quedó plantado en mi jardín, podría decirse que nuestros amores siempre están plantados en nuestro jardín, para mi es ese árbol que un día me dio la respuesta, y sé que aunque pasen los años siempre sus ramas podrán arrullarme en esas noches de mi indagadora vida.
martes, 22 de mayo de 2007
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1 comentario:
¿por qué tendremos esa necesidad de siempre llegar a conclusiones? acaso es que no nos gusta la fea cara de la realidad y siempre estamos inentando confundirla con algo más bello???
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